Tres actitudes para la vida cristiana. Constancia en el amor y en el servicio
Un servicio singular…
María nos da ejemplo de una existencia llena de amor y de servicio. Es llamada por Dios a prestar un servicio singular: ser la Madre del Mesías, hacer llegar al mundo, a través de su maternidad, a aquel por el que Dios da la plenitud de la vida eterna . Éste es su servicio materno.
María se define como la esclava del Señor. Así responde al anuncio del ángel: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38). El sentido bíblico del término «esclava» no significa negación de la propia personalidad, ni de la iniciativa, sino que se refiere a la experiencia profunda de fe en la que Dios se muestra todopoderoso y el ser humano se entrega con confianza a él aceptando sus designios.
La respuesta de María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38) está en sintonia con lo que Cristo afirmará también de sí mismo: El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mc 10, 45; cf. Mt 20, 28). Jesucristo es el Siervo sufriente, que dará su vida en rescate por los pecados del pueblo (cf. Is 42-53).
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