Tres actitudes para la vida cristiana. Firmeza en la fe
Unidad de vida
Esta vida de fe se caracteriza por la unidad, por la coherencia, por la síntesis e integración de diferentes aspectos y perspectivas tal como la Virgen María lo vivió.
En primer lugar vivir intensamente la fe-esperanza-amor. Para ello es necesaria la unión con Cristo, que se alimenta fundamentalmente de la Eucaristía; unión con Cristo a través del sacramento de la reconciliación, en que recibimos el abrazo del Padre que perdona, que siempre espera, que nos ayuda a superar los obstáculos de la vida; unión con Cristo a través de la oración y del encuentro personal con Él, avivando la conciencia de la presencia de Dios en nuestra vida; unión con Cristo a la luz de la Palabra de Dios, que ilumina, interpela, y transforma.
En segundo lugar, la formación, siempre necesaria para conocer a Dios, conocerse a sí mismo, conocer el ambiente que nos rodea: se trata de profundizar en la fe, de dar razón de la esperanza, teniendo en cuenta la vocación a la que hemos sido llamados, en la que hemos de buscar la excelencia.
En tercer lugar, la acción. Una acción apostólica que deriva de la misma naturaleza del ser cristiano, consecuencia del bautismo y la confirmación, consecuencia de la misión evangeli-zadora. Todo cristiano está llamado a colaborar en la construcción del Reino de Dios y a fermentar evangélicamente los ambientes a través del testimonio de palabra y de una vida coherente con el Evangelio.
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