INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA

Reseña Histórica

El 8 de Diciembre de 1854 el Papa Pío IX explicitó la Inmaculada Concepción de María como dogma en la bula Ineffabilis Deus. Así se hace realidad lo que hacía siglos había venido madurando en la conciencia de los creyentes – sensus fidelium- y se fue imponiendo en la Iglesia lenta pero intensamente, superando obstáculos de orden teológico y un lento y largo proceso de maduración de la doctrina y culto de la Inmaculada en la Iglesia.

Ciertamente este dogma pone de manifiesto de modo privilegiado cómo la fe y la comprensión de las verdades reveladas crece en la Iglesia bajo el influjo del Espíritu y mediante el ejercicio de los distintos carismas (DV 8) El sensus fidei o sensus fidelium lo describe la Escritura como unción que hace discernir la verdad de la mentira y enseña todas las cosas desde dentro 81 Jn 2,20-21.27) y como ojos de la mente para un conocimiento más profundo del plan de Dios (Ef 1,17-18;Col 1,9; Rom 12,2; Flp,1,9-10).

Es difícil rastrear y documentar este hecho de fe popular, si bien el origen santo de María aparece ya documentado en el apócrifo Protoevangelio de Santiago. En el Concilio de Nicea ya existen explicitaciones de la ausencia de pecado ab initio en María, algo de lo que ya los padres nos habían hablado al denominarla la Toda Santa. Pero es a partir del siglo XI cuando observamos un crecimiento de esta verdad en la conciencia popular, que celebra abiertamente la Inmaculada Concepción de María, y que se indigna y escandaliza cuando, desde instancias teológicas doctas se niega el privilegio. Especialmente sucede esto en España, y muy específicamente en la ciudad de Sevilla, donde en el siglo XVII Miguel del Cid confecciona unas coplillas defendiendo la Inmaculada Concepción de María, en el contexto de la polémica teológica acerca de esta verdad de fe. También en este contexto podemos situar los lienzos de Murillo y los votos de sangre para defender el posterior dogma, votos que nacen en las universidades españolas e italianas, siendo la primera la de Granada.

También los predicadores, especialmente los franciscanos, fomentan el arraigo de esta creencia en el pueblo, así como algunos catecismos, revelaciones y apariciones.

En el siglo XVIII, San Alfonso Mª de Ligorio argumenta que esta verdad de fe está garantizada por dos motivos: el consentimiento de los fieles y la celebración universal de la fiesta. Así pues este gran santo, de honda devoción mariana, da carta de naturaleza al sensus fidelium a la hora de sustentar teológicamente la Inmaculada Concepción de María.

En 1708 Clemente XI extiende la fiesta a la iglesia universal. En 1849 Pío IX solicita de los obispos la verificación del sensus fidelium respecto a la Concepción Inmaculada de María en sus diócesis. Es el paso previo a la definición dogmática de 1854, que es acogida con gozo inmenso por el pueblo cristiano.

Valor teológico

Los pasajes bíblicos que apoyan la Inmaculada Concepción de María aparecen también en la bula papal como fundamentos a tener en cuenta, además del ya citado sensus fidelium. Los pasajes de AT son varios, el más destacado sin duda es el protoevangelio de Gén 3,15, Gén 6,8-8,19- el arca de Noé-; Gén 28,12, la escala de Jacob; Ex 2-3, la zarza ardiendo; Cant 4,12, el huerto cerrado; la espléndida Jerusalén celeste, Sal 87,1.3; el templo lleno de la gloria de Dios, 1 Re 8,10-11 y otros muchos textos de los libros sapienciales y los profetas.

Con respecto al NT se destacan el saludo del ángel (Lc 1,28) y el saludo de Isabel (Lc 1,42. Además, y como nos recuerda J.C.Rey Gª de Paredes este dogma es un dogma paradigmático: en él se habla de Jesucristo, de la Iglesia, de nosotros y de la acción del Espíritu.

* Nos habla del alcance de la misión redentora del Señor Jesús, porque María es el prototipo de la redención. Se expresa en ella hasta dónde llega la capacidad salvadora de Dios en Jesús y de su Espíritu, que derrota todo lo negativo y lleva a plenitud todo lo positivo. Y nos indica cuál es nuestra meta si vivimos como María sirviendo incondicionalmente al proyecto de Dios sobre nosotros.
* Nos habla también de cómo esta salvación es un don universal: en María Inmaculada todo ser que viene al mundo experimenta una oferta gratuita de salvación y la Iglesia misma puede reconocer en ella su más perfecta imagen, su vocación original, su mejor proyecto para ser fuente inagotable de vida.

* Nos habla, sobre todo, de la primacía de la gracia sobre cualquier iniciativa humana, de la primacía del amor de Dios expresado en la donación de su Espíritu. Y así el dogma de la Inmaculada nos habla del amor gratuito de Dios sobre nosotros desde el comienzo de nuestra vida.

Reflexión mariana

Sintetizando todo lo anterior, podríamos decir que el dogma de la Inmaculada, es un ejemplo pleno y perfecto del amor redentor de Cristo al mostrar su eficacia preservadora. Este misterio promueve además la perfección en Cristo y anuncia ese mundo nuevo animado por el Espíritu, utopía para toda la humanidad, que en la Inmaculada encuentra la imagen cristificada a que tiende.

Ciertamente: en María Inmaculada encontramos la imagen más santa después de Cristo: la Inmaculada Concepción no es un privilegio aristocrático que separe a María de la comunidad cristiana. Por el contrario, María está anclada en la historia humana y humana es su condición: no se ve exenta de las limitaciones y condicionamientos vitales y culturales, ni del sufrimiento y la peregrinación en la fe. Por eso este dogma incorpora una función tipológica para la comunidad cristiana y para cada uno de sus miembros porque María, bajo el influjo de la gracia puso sus impulsos y tendencias al servicio de un proyecto, el de Dios sobre ella.


FUENTE: http://www.revistamiriam.com/index.php?option=com_content&task=view&id=98&Itemid=63

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