Comenzamos este domingo un nuevo año litúrgico. Y lo hacemos con las cuatro semanas del tiempo de Adviento. Quizás alguien pensará que esto es un rito habitual y repetido, año tras año. En realidad no es así. La liturgia cristiana no es repetición de los hechos de la historia de la salvación, sino que es sobre todo su actualización.
Lo dice muy claramente el Catecismo de la Iglesia católica: “Celebrando cada año la liturgia del Adviento, la Iglesia actualiza la espera del Mesías. Participando en la larga preparación de la venida del Salvador, los fieles renuevan el deseo ardiente de su segundo advenimiento” (n. 524).
Cada Adviento, en un sentido genuino, es nuevo, porque es la actualización que la Iglesia hace en el “hoy” de su liturgia. Este Adviento propongo a la diócesis que lo vivamos con una especial referencia a la Virgen María. Y no sólo el Adviento, sino también todo el año litúrgico. Porque en el año litúrgico revivimos los hechos principales de la vida de Jesucristo, y la Virgen María es la mejor “introductora” a los misterios de la vida de nuestro Señor.
Pero, además, nuestra diócesis tiene un motivo especial para vivir este Adviento especialmente referenciado a la Madre de Dios. El día 11 de mayo de 2008 quedará grabado en la memoria y en la vida de nuestra diócesis. Aquel día, en el marco de una gran celebración, “la Mare de Déu de la Salut” fue proclamada patrona de la diócesis de Terrassa. La celebración congregó a todos los sectores de nuestro Pueblo de Dios, y fue vivida con emoción y profundidad.
En la estela de este hecho, querría que durante este curso 2008-2009 reflexionemos nuevamente sobre la figura de María, su misión y su significado en la historia de la salvación y en la historia de la Iglesia. Os anuncio que, para ayudar a la realización de este propósito, he escrito una carta pastoral algo larga titulada “Madre de Dios y madre nuestra”. Me referiré a esta carta en estos breves comentarios durante las próximas semanas.
La devoción mariana ha tenido variaciones a lo largo de la historia, y tiene variaciones según las edades, las formaciones, las procedencias. En nuestra diócesis la Virgen María es venerada en muchos templos, ermitas y santuarios, desde la Salud de Sabadell, al Remei de Caldes o de Palautordera, hasta Puiggraciós. Otras advocaciones se han incorporado a nuestra historia religiosa debido, entre otras causas, a los movimientos, migratorios, como Nuestra Señora del Pilar, la del Rocío o de la Antigua, pasando por las advocaciones marianas de países de América del Sur de manera especial.
Bastan estos ejemplos para tomar conciencia de la gran riqueza de nuestra diócesis en la devoción mariana. Mi carta pastoral querría ayudar a tomar conciencia de ello, renovando y profundizando en nuestra vivencia de la presencia de Santa María en la espiritualidad y en la vida cristiana. Propongo, por esto, este escrito como elemento de formación permanente para este curso con un objetivo bien claro: que nos ayude a renovar nuestra formación, nuestra devoción, nuestro amor a María.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
RINCÓN MARIANO: Seguiremos este asunto durante el año que viene, pues es mi obispo y me interesa todo lo que tenga que decir mi pastor sobre la Madre María. A buen seguro que debe decir cosas muy interesantes y profundas y más sabiendo que el pasado año falleció la madre del Sr. Obispo y que la Virgen vela especialmente por los huérfanos y por los sacerdotes.
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