EL SECRETO DE MARÍA (XXI)
Misericordia quiero, que no sacrificios; es lo que resumido se nos decía ayer. De que me sirve honrar con los labios a María y por Ella a Jesús si no los honro con el corazón.
Pero ¿dónde encontraré misericordia para ofrecer? Si mi corazón rebosa ira, si cada ofensa o indicio de ofensa exterior que recibo de otro suscita en mi un movimiento interior de desprecio. Donde encontrará, pues, la fuente de la misericordia un ciego y sordo como yo, si no es de la mano de María. Por eso San Luis Maria insiste tanto en que nos confiemos a Ella, haciendo todo con Ella, en Ella, por Ella y para Ella, como a continuación declara.
Obrar con María.
45) *La práctica esencial de esta devoción consiste en hacer todas las acciones con María; es decir, tomar a
46) Por eso antes de hacer cualquier cosa: *Hay que anonadarse delante de Dios, como quien de su cosecha es incapaz de todo bien sobrenatural y de toda acción útil para la vida eterna. *Hay que recurrir a
Obrar en María.
47) *Hay que hacer todas las cosas en María, es decir, que hay que irse acostumbrando a recogerse dentro de sí mismo, para formar una pequeña idea o retrato espiritual de
Obrar por María.
48) *Hay que acostumbrarse a acudir a Nuestro Señor Jesucristo por medio de María, por su intercesión y su crédito para con Él, de suerte que nunca nos hallemos solos cuando vayamos a pedirle.
Obrar para María.
49) *Finalmente, hay que hacer todas las acciones para María, es decir, que como esclavos que somos de esta augusta Madre de Dios, no trabajemos más que para Ella, para su provecho y gloria, como fin próximo y para gloria de Dios, como fin último. Debe esta alma en todo lo que hace, renunciar al amor propio, que casi siempre, aun sin darse cuenta, se toma a sí mismo por fin, y repetir muchas veces en el fondo del corazón: por Vos, mi amada Señora, hago esto o aquello, voy aquí o allá, sufro tal pena o tal injuria.
50) Guárdate bien de creer que lo más perfecto es ir todo derecho a Jesucristo, todo derecho a Dios; tu obra, tu intención poco valdrá; pero yendo por María será la obra no tuya, sino de María en ti, y será por consiguiente, muy levantada y muy digna de Dios.
51) Guárdate bien, además, de hacerte violencia para sentir y gustar lo que dices y haces; dilo y hazlo todo con la fe que María tuvo en la tierra, y que con el tiempo Ella te comunicará. Deja a tu Soberana, pobre esclavillo, la vista clara de Dios, los transportes, los gozos, los placeres, las riquezas, y no tomes para ti más que la fe pura, llena de disgusto, de distracciones, de fastidio, de sequedad. Di: Amén, así sea, a cuanto hace María, mi Reina, en el cielo; para mí es lo mejor que puedo hacer ahora.
52) Tampoco te atormentes, si no gozas tan pronto de la dulce presencia de
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