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domingo, 3 de enero de 2010

San Juan, hijo de María (III)




Podemos tratar de reconstituir la cronología de la vida de Juan, a partir las Escrituras, la Tradición y lo que hasta hoy nos han dado las investigaciones históricas. Juan nacería hacia el año 10 después de Cristo. Hasta los 12 años, pasa su infancia en Betsaida, a orillas del Lago de Tiberíades, en uno de los lugares más bellos del mundo.

Podemos pensar que el pequeño Juan se sintió maravillado por la belleza del lugar y que se preguntó muy joven quién podría ser el Autor de tantas maravillas. Su padre, Zebedeo, era, según atestigua el Evangelio, dueño de una pequeña empresa de pesca, propietario de sus barcas, les daba trabajo a algunos obreros. El pescado era vendido en Cafarnaún donde una vez secado era transportado para ser vendido en la Decápolis por Andrés y Felipe que hablan griego y por Santiago y Juan en Jerusalén; donde el buen pescado de Galilea era particularmente apreciado.

A partir de los 12 o 13 años, Juan va a menudo a Jerusalén, siguiendo a Santiago, su hermano mayor, en los negocios de su padre y con motivo de las fiestas de peregrinación. El joven atraído especialmente por las cosas de Dios, debía frecuentar los impresionantes maestros de la época: el notable Schammai, el gran Hillel y su primo Gamaliel ya entonces muy reconocido.

Según los Evangelios, Juan conoce muy bien la ciudad, las fiestas e incluso los círculos del gran Sacerdote (Jn 18, 15-16). Por el médano de la ruta que lo conduce a la Ciudad Santa y que toma con frecuencia, siendo adolescente se encuentra con Juan Bautista, alguien aún más extraordinario y fascinante, de quien muy pronto pasa a ser discípulo, junto con Santiago y sus amigos pescadores: Andrés y su hermano Pedro, Felipe y Natanael.

Del 24 al 27, aproximadamente, ellos permanecen como alumnos y admiradores de Juan el Bautista hasta que éste los envía donde Jesús, señalándoselos como «el cordero de Dios que quita los pecados del mundo» lo cual no olvidará jamás, y lo cual será el centro de su Evangelio, como de su libro del Apocalipsis.




1 comentario:

Anónimo dijo...

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