27. Es María aquella torre de David de la cual dice el Espíritu Santo en el Cantar de los Cantares, que está edificada con baluartes y tiene mil defensas y armas para socorro de los que a ella acuden. Vos sois, pues, ¡oh Santísima María! la defensa fortísima de cuantos se hallan en el combate. ¡Oh, qué asaltos me dan continuamente mis enemigos para privarme de la gracia de Dios y de vuestra protección, Señora mía amabilísima! Pero Vos sois mi fortaleza, y no os desdeñáis, según decía San Efrén, de combatir por los que en Vos confían. Defendedme, pues, y combatid por mí que en Vos deposito toda mi confianza.
Jaculatoria:
¡Oh María, vuestro hermoso nombre es la defensa mía!
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