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lunes, 13 de abril de 2009

Las confesiones de San Pablo (39)



LAS CONFESIONES DE SAN PABLO (39),

por el Cardenal Carlo Maria Martini.




Preguntas para nosotros.

Terminemos preguntándonos cuál es nuestra actitud.

Ante todo, tenemos que reconocernos sumamente frágiles, susceptibles de ser tentados, tal vez hasta en cosas pequeñas, y de tener que pasar por estos momentos difíciles. El sentido de la fragilidad es importante porque, de lo contrario, corremos el riesgo de hablar de estas cosas con facilidad, y cuando tenemos que vivirlas reaccionamos de manera contraria, cambiando, por así decirlo, mundo y lenguaje. La conciencia de nuestra fragilidad nos permite unir mejor lo que leemos con lo que en realidad vivimos.

Por esto es necesaria la vigilancia de la que ya hablamos y que a menudo nos recuerda Pablo: “Andarán diciendo: Paz y seguridad, y entonces, de improviso, los sorprenderá la perdición, como los dolores del parto a la mujer encinta, y no podrán escapar. Mas ustedes, hermanos, no viven en la oscuridad, para que ese día pueda sorprenderlos como el ladrón. Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día; no son hijos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos, como los otros, sino vigilemos y seamos sobrios”(1Tes. 5, 3-6).

“Por el contrario, nosotros, hijos del día, seamos sobrios; revistámonos de la coraza de la fe y de la caridad, cubriéndonos con el yelmo de la esperanza de la salvación” (1 Tes. 5,8).”Revístanse de la armadura de Dios para que puedan resistir las tentaciones del diablo, porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos que andan por los aires. Por esto reciban la armadura de Dios para que puedan resistir en el día malo y ser perfectos en todo” (Ef. 6, 11-13).

La existencia cristiana es una prueba no despreciable, porque nos coloca ante un adversario implacable que continuamente vuelve a atacarnos.

Cuando consideramos la realidad cotidiana, las cosas sencillas de cada día, nos parece excesivo este lenguaje; pero si vamos más al fondo en nuestra historia, en la historia de los otros hombres, en las pruebas dolorosísimas que la gente vive, en los problemas que llevan a la angustia y a la desesperación, entonces vemos mucho más claramente que el enemigo del hombre está trabajando. El trata con todos los modos más sencillos, más encubiertos, más engañosos, de llevarnos a todos a faltar a la fe y a la esperanza, sugiriéndonos una visión resignada de la vida, sin la luz interpretativa del plan salvífico de Dios. Continuamente quiere destruir la chispa de la fe que nos permite ver todo como camino de Dios en nosotros y camino nuestro hacia él.

El nuevo Testamento exhorta a la vigilancia y a la lucha, porque conoce muy bien la condición humana y sabe que las pruebas están reservadas para todos; cuando pensamos que ya han pasado, están más cerca que nunca.

Pidámosle al Señor que en la reflexión sobre la pasión de Cristo y sobre la pasión de Pablo se nos dé también a nosotros la gracia de caminar en la vía de Dios y de permanecer en pie, de resistir con valentía en las dificultades, y poder ayudar a los demás, a muchos otros, para que no sucumban en la prueba.


Estas meditaciones están recogidas en el libro “Las confesiones de San Pablo”, editadas por la Editorial San Pablo en su colección Espiritualidad Nueva. Recomendamos vivamente la compra y lectura de este libro, que apenas cuesta 8 €, pues lo que ofrecemos en este blog son extractos del mismo.

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