Así salimos a la comunión de todos los hermanos y hermanas, de toda la humanidad, porque en nuestro corazón se esconde el deseo de la Palabra de Dios, que es una. Por eso, incluso la evangelización, el anuncio del Evangelio, la misión, no son una especie de colonialismo eclesial con el que queremos integrar a los demás en nuestro grupo. Es salir de los límites de cada cultura para entrar en la universalidad que nos relaciona a todos, que une a todos, que nos hace a todos hermanos. Oremos de nuevo para que el Señor nos ayude a entrar realmente en la "amplitud" de su Palabra, de forma que nos abramos al horizonte universal de la humanidad, el que nos une a pesar de todas las diversidades.
MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI Lunes 6 de octubre de 2008
DURANTE LA CELEBRACIÓN DE LA HORA TERCIA
EN EL AULA DEL SÍNODO
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