Alzar la copa de la salvación e invocar el nombre del Señor, ¿no es precisamente la mejor manera de "no tener que ver con la idolatría", como nos pide San Pablo? Cada vez que se celebra una Misa, cada vez que Cristo se hace sacramentalmente presente en su Iglesia, se realiza la obra de nuestra salvación. Celebrar la Eucaristía significa, por tanto, reconocer que sólo Dios puede darnos la felicidad plena, enseñándonos los verdaderos valores, los valores eternos que nunca declinarán. Dios está presente en el altar, pero también está presente en el altar de nuestro corazón cuando en la comunión le recibimos en el sacramento de la Eucaristía. Sólo Él nos enseña a huir de los ídolos, espejismos del pensamiento. Benedicto XVI, PARÍS, sábado, 13 septiembre 2008. Homilía en la celebración eucarística en la Explanada de los Inválidos en París. Traducción del original del frances realizada por Zenit. © Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana
Rincón Mariano, es un blog de Amigos de la Virgen.
"Un espacio de encuentro" de información, comunicación y participación.
Difunde medios, enlaces, noticias y actividades, de contenido católico.
"Un espacio de encuentro" de información, comunicación y participación.
Difunde medios, enlaces, noticias y actividades, de contenido católico.
viernes, 14 de noviembre de 2008
Perlas Benedicto (55)
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario