De la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae del siervo de Dios Juan Pablo II al episcopado, al clero y a los fieles sobre el Santo Rosario.
Yo mismo, después, no he dejado pasar ocasión de exhortar a rezar con frecuencia el Rosario. Esta oración ha tenido un puesto importante en mi vida espiritual desde mis años jóvenes. Me lo ha recordado mucho mi reciente viaje a Polonia, especialmente la visita al Santuario de Kalwaria. El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo. Hace veinticuatro años, el 29 de octubre de 1978, dos semanas después de la elección a la Sede de Pedro, como abriendo mi alma, me expresé así: «El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad.
1 comentario:
No hay duda, la oración tiene poder.
Yo también he podido experimentar que meditar el Rosario en familia, la hace permanecer unida pese a las dificultades.
Gracias y bendiciones
Publicar un comentario