LAS CONFESIONES DE SAN PABLO (XIV),
por el Cardenal Carlo Maria Martini.
La ceguedad como camino penitencial.
El segundo motivo que puede explicar la ceguedad es la participación de Pablo en el pecado del mundo, su inserción en la humanidad pecadora. Nos preguntamos cómo la vivió y cómo se le presentó.
No se necesita mucha fantasía, porque Pablo tuvo ocasión de expresar varias veces la propia visión de la pecaminosidad de todo hombre, del abismo de las tinieblas que siempre está al acecho en cada uno de nosotros. Solamente la fuerza de Dios puede vencerlo, pero en cualquier momento puede reaparecer si Dios no fuera continuamente vencedor. Y cuando rechazamos o descuidamos la fuerza de Dios, entonces vuelve a flote lo que Pablo llama el pecado personificado.
Reflexionar sobre las tinieblas que hay en el corazón del hombre no es simplemente hacer una meditación descriptiva de algo que está lejos de nosotros, sino que es realidad que está dentro de nosotros, más aún, está al acecho, en nosotros. La dolorosa experiencia histórica de cada uno de nosotros nos enseña que este estar al acecho puede transformarse, a veces rápidamente y de manera imprevista, en realidad. Este es un discurso impopular y difícil de traducir en lenguaje cotidiano.
Nosotros oscilamos siempre entre dos posiciones. Por una parte, deploramos la malicia del hombre manifestada en los genocidios, los grandes crímenes y profanaciones. Por otra parte, nos consolamos con la idea de los hombres de buena voluntad: todos tienen buena voluntad, todos son bastante buenos.
Nunca logramos captar verdaderamente el fondo de estas dos posiciones y reconciliarlas entre sí: nos movemos un poco en sentido moralístico-deplorativo y un poco en sentido de bonachona comprensión por todo. A menudo carecemos de la mirada que sepa ver el mal del hombre, pero con misericordia, y no solamente de manera deplorativa y pesimista.
¿Cuáles son, pues, las dimensiones de las tinieblas y de la oscuridad de que Pablo nos habla en sus cartas, reflexionando sobre lo que le sucedió en el momento de la conversión?
Podemos expresarlas según tres niveles distintos:
a) el nivel del pecado personal.
b) el nivel del pecado fundamental.
c) el nivel del pecado estructural.
En las siguientes meditaciones profundizaremos en dichos niveles.
Estas meditaciones están recogidas en el libro “Las confesiones de San Pablo”, editadas por
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