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lunes, 6 de octubre de 2008

Las Confesiones de San Pablo (12)




LAS CONFESIONES DE SAN PABLO (XII),

por el Cardenal Carlo Maria Martini.

Las tinieblas del hombre Pablo. Introducción.


Fue importante definir la conversión de Pablo como “revelación e iluminación”. Ahora nos preguntamos por qué Pablo quedó ciego después de la conversión. La narración de los Hechos subraya este hecho con cierto énfasis: “Saulo se levantó de la tierra, y aunque tenia los ojos abiertos, no veía nada; y llevándolo de la mano lo introdujeron en Damasco. Y estuvo tres días sin ver, y sin comer ni beber” (Hechos 9, 8-9). Se diría que la iluminación de Cristo, en lugar de llenarlo de alegría, de luz, de claridad, lo abate, como si le hubiera venido una grave enfermedad; no puede ver, ni alimentarse; necesita ser conducido.

Más adelante vuelve sobre lo mismo: “Como no veía nada a causa del resplandor de aquella luz, entré a Damasco de la mano de mis compañeros de viaje” (Hechos 22, 11). Y recobró la vista cuando Ananías se le acercó diciéndole: “¡Hermano Saulo, ve! Y en el mismo instante lo vi” (Hechos 22, 13).

¿Por qué quedó ciego después que se le había revelado el misterio luminoso de Cristo?

La ceguedad en la Escritura está claramente unida al pecado, a la desorientación del hombre, a su tambalear, incapaz de encontrar una dirección. Es un castigo: Elimás en Chipre queda ciego por castigo: “Mas Saulo llamado también Pablo, lleno de Espíritu Santo, clavó en él sus ojos y le dijo: “Oh hombre, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de hacer tortuosos los caminos rectos del Señor? Pues ahora la mano del Señor está sobre ti; te vas a quedar ciego sin ver sol por cierto tiempo” (Hechos 13, 9-11). Pero en el caso de Elimás el significado simbólico de la ceguedad se explica muy bien: el tiene que dejar de torcer los caminos derechos del Señor; tiene que dejar de oponerse, con su modo de obrar, a la verdadera imagen de Dios. Por tanto, es el símbolo del hombre incapaz de hallar el camino justo, del hombre prisionero de las fuerzas de Satanás, “hijo del diablo, enemigo de toda justicia”, “lleno de todo engaño y de toda maldad”. Es claramente la imagen del pecado, de lo que en el pecado parte del interior, “engaño maldad”; de lo que parte del exterior: “hijo del diablo”; y en las consecuencias: “enemigo de toda justicia”.

Pero no es fácil contestar respecto de la ceguedad de Pablo, porque los Hechos de los Apóstoles no nos los explican, sino que se limitaba a describir el hecho al que el Apóstol no parece nunca hacer alusión en sus cartas.

Tratando de reflexionar y de entrar en su ánimo, pueden surgir dos motivos: La ceguedad como reflejo del resplandor de Dios y la ceguedad como camino penitencial.



Estas meditaciones están recogidas en el libro “Las confesiones de San Pablo”, editadas por la Editorial San Pablo en su colección Espiritualidad Nueva. Recomendamos vivamente la compra y lectura de este libro, que apenas cuesta 8 €, pues lo que ofrecemos en este blog son extractos del mismo.

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