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domingo, 5 de junio de 2011

El secreto de María. Reedición_2.(29)


EL SECRETO DE MARÍA (XXIX)

Y hoy se acaba este secreto de María en nuestro blog y tal vez empiece en ti. Como todas las cosas realmente buenas, debe conservarse en secreto para que no se malogre. Pues como decía San Ignacio de Antioquia: "al Príncipe de este mundo le quedaron ocultos: la virginidad de María y el parto de ella así como la muerte del Señor. Tres misterios clamorosos en el silencio de Dios" (Ef 19,1). Por eso hemos querido publicar este escrito clásico de la piedad mariana en agosto, lejos de muchas vistas indiscretas, y sin imágenes explicitas de María. Para que el maligno no sepa que estáis leyendo sobre la devoción perfecta a María; para que la serpiente no sospeche que una vez más le pisa la cabeza, por vuestro medio, la Bienaventurada Virgen María.

Dejemos, pues, que San Luis María concluya la obra:

Conclusión

c) Jesucristo es el Fruto duradero del Árbol de la Vida.

78) Si así cultivas tu Árbol de la Vida, recientemente plantado en ti por el Espíritu Santo, yo te aseguro, alma predestinada, que en poco tiempo crecerá tan alto, que las aves del cielo harán morada en él y vendrá a ser tan perfecto que dará a su tiempo el fruto de honor y de gracia, es decir, el amable y adorable Jesús, que siempre ha sido y siempre será el único fruto de María.


Dichosa el alma en quien está plantado el Árbol de la Vida, María; más dichosa aquella en que ha podido crecer y florecer; dichosísima aquella en que da su fruto; pero la más dichosa de todas es aquella que goza de su fruto y lo conserva hasta la muerte y por los siglos de los siglos.
Amén.

Qui tenet, teneat.


Ave Maris Stella

Ave, maris stella,
Dei Mater alma,
Atque semper Virgo,
Felix caeli porta.
Sumens illud Ave
Gabrielis ore,
Funda nos in pace,
Mutans Evae nomen.

Solve vincla reis,
Profer lumen caecis,
Mala nostra pelle,
Bona cuncta posce.

Monstra te esse matrem,
Sumat per te preces
Qui pro nobis natus
Tulit esse tuus.

Virgo singularis,
Inter omnes mitis,
Nos culpis solutos
Mites fac et castos.

Vitam praesta puram,
Iter para tutum,
Ut videntes Iesum
Semper collaetemur.

Sit laus Deo Patri,
Summo Christo decus,
Spiritui Sancto,
Tribus honor unus.


Salve, Estrella del Mar

Salve, Estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.

Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.

Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.

Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.

Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.

Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.

Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor.
Amén.



Veni Creator Spiritus

Veni, Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia
Quae tu creasti pectora.
Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
Fons vivus, ignis, caritas,
Et spiritalis unctio.

Tu septiformis munere,
Digitus paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.

Accende lumen sensibus,
Infunde amorem cordibus,
Infirma nostri corporis
Virtute firmans perpeti.

Hostem repellas longius,
Pacemque dones protinus,
Ductore sic te praevio
Vitemus onme noxium.

Per Te sciamus da Patrem,
Noscamus atque Filium,
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.

Deo Patri sit gloria,
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit, ac Paraclito,
In saeculorum saecula.



Ven Espíritu Creador

Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tu, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.

V. Envía tu Espíritu y serán creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos.

Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


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