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miércoles, 25 de mayo de 2011

El secreto de María. Reedición_2.(28)


EL SECRETO DE MARÍA (XXVIII)

Nos quedamos ayer con la semilla en la mano y la promesa evangélica de que este grano de mostaza será un gran árbol de cobijo para las gentes y, hoy, continua San Luis María con la forma de cultivarlo.

Conclusión

b) Manera de cultivar al Árbol de la Vida.

He aquí la manera de cultivarle:


71) *Plantado este árbol en un corazón muy fiel, quiere estar expuesto a todos los vientos, sin apoyo alguno humano; este árbol, que es divino, quiere estar siempre sin criatura alguna que le pudiera impedir levantarse a su principio, que es Dios. Así que no ha de apoyarse uno en su industria, o en sus talentos naturales, o en el crédito o en la autoridad de los hombres, hay que recurrir a María y apoyarse en su socorro.

72) *El alma, donde este árbol se ha plantado, ha de estar, como buen jardinero, sin cesar ocupada en guardarle y mirarle. Porque este árbol que es vivo y debe producir frutos de vida, quiere que se le cultive y haga crecer con el continuo mirar o contemplación del alma. Y éste es el efecto del alma perfecta, pensar en esto continuamente, de modo que sea ésta su principal ocupación.

73) *Hay que arrancar y cortar las espinas y cardos, que con el tiempo pudieran ahogar este árbol e impedir que diera fruto: es decir, que hay que ser fiel en cortar y tronchar, con la mortificación habitual, todos los placeres inútiles y vanas ocupaciones con las criaturas; en otros términos: crucificar la carne, guardar silencio y mortificar los sentidos.

74) *Hay que tener cuidado de que las orugas no le dañen. Estas orugas que comen las hojas verdes y destruyen las hermosas esperanzas de fruto que el árbol daba, son el amor propio y el amor de las comodidades: porque el amor de sí mismo y el amor de María no se pueden en manera alguna conciliar.

75) *No hay que dejar que las bestias se acerquen a él. Estas bestias son los pecados, que, con sólo su contacto, podrían matar el Árbol de la Vida. Ni siquiera hay que permitir que lo alcancen con su aliento, es decir, los pecados veniales, que son siempre muy peligrosos si no les damos importancia.

76) *Hay que regar continuamente este árbol divino, con Santa Misa, la Comunión Eucarística, y otras oraciones públicas y privadas, sin lo cual dejaría de dar fruto.

77) *No hay que acongojarse si el viento le agita y sacude, porque es necesario que el viento de las tentaciones sople para derribarle, y que las nieves y heladas le rodeen para perderle; es decir, que esta devoción a la Santísima Virgen, necesariamente ha de ser acometida y contradicha; pero con tal que se persevere en cultivarla nada hay que temer.

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