EL SECRETO DE MARÍA (XXVIII)
Nos quedamos ayer con la semilla en la mano y la promesa evangélica de que este grano de mostaza será un gran árbol de cobijo para las gentes y, hoy, continua San Luis María con la forma de cultivarlo.
… Conclusión
b) Manera de cultivar al Árbol de
He aquí la manera de cultivarle:
71) *Plantado este árbol en un corazón muy fiel, quiere estar expuesto a todos los vientos, sin apoyo alguno humano; este árbol, que es divino, quiere estar siempre sin criatura alguna que le pudiera impedir levantarse a su principio, que es Dios. Así que no ha de apoyarse uno en su industria, o en sus talentos naturales, o en el crédito o en la autoridad de los hombres, hay que recurrir a María y apoyarse en su socorro.
72) *El alma, donde este árbol se ha plantado, ha de estar, como buen jardinero, sin cesar ocupada en guardarle y mirarle. Porque este árbol que es vivo y debe producir frutos de vida, quiere que se le cultive y haga crecer con el continuo mirar o contemplación del alma. Y éste es el efecto del alma perfecta, pensar en esto continuamente, de modo que sea ésta su principal ocupación.
73) *Hay que arrancar y cortar las espinas y cardos, que con el tiempo pudieran ahogar este árbol e impedir que diera fruto: es decir, que hay que ser fiel en cortar y tronchar, con la mortificación habitual, todos los placeres inútiles y vanas ocupaciones con las criaturas; en otros términos: crucificar la carne, guardar silencio y mortificar los sentidos.
74) *Hay que tener cuidado de que las orugas no le dañen. Estas orugas que comen las hojas verdes y destruyen las hermosas esperanzas de fruto que el árbol daba, son el amor propio y el amor de las comodidades: porque el amor de sí mismo y el amor de María no se pueden en manera alguna conciliar.
75) *No hay que dejar que las bestias se acerquen a él. Estas bestias son los pecados, que, con sólo su contacto, podrían matar el Árbol de
76) *Hay que regar continuamente este árbol divino, con Santa Misa,
77) *No hay que acongojarse si el viento le agita y sacude, porque es necesario que el viento de las tentaciones sople para derribarle, y que las nieves y heladas le rodeen para perderle; es decir, que esta devoción a
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