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viernes, 25 de febrero de 2011

El secreto de María. Reedición_2.(19)


EL SECRETO DE MARÍA (XIX)

“Entregarse así a la Santísima Virgen, es ejercitar en el más alto grado posible la caridad con el prójimo”, leíamos ayer.

En la parábola del buen samaritano, según San Agustín, “toda la humanidad yace herida al borde del camino en la persona de ese hombre, a quien el diablo y sus ángeles han despojado”. Cristo ha sido el prójimo del que cayó en manos de los bandidos, quien le vendó las heridas, las regó con su vino, las ungió con su aceite. Y María es el posadero a quien Jesús confía el cuidado del hombre diciéndole: “cura de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva”. Y nosotros, cuando entregamos nuestros pobres meritos a María en favor del prójimo, hacemos lo mismo, sabedores de que lo que María gaste de más en favor de los pecadores, lo pagará su Hijo cuando vuelva.

40) *Esta es la devoción con que se ponen en seguro las gracias, méritos y virtudes, haciendo depositaria de ellos a María y diciéndola: "Toma, querida dueña mía: he aquí lo que con la gracia de tu querido Hijo he hecho de bueno; por mi debilidad e inconstancia, por el gran número y malicia de mis enemigos, que día y noche me acometen, no soy capaz de guardarlo. ¡Ay!, que todos los días estamos viendo caer en el lodo los cedros del Líbano, y venir a parar en aves nocturnas las águilas que se levantan hasta el sol! Así mil justos caen a mi izquierda y a mi diestra diez mil; pero Tú, mi poderosa y más que poderosa Princesa, tenme que no caiga; guarda todos mis bienes, que no me los roben; te confío en depósito todos mis bienes; Depositum custodi. - Scio cui credidi. Bien sé quién eres; por eso me confío por completo a Ti. Tú eres fiel a Dios y a los hombres y no permitirás que perezca nada de cuanto a Ti se confía; eres poderosa y nadie podrá dañarte, ni arrebatarte de entre las manos lo que tienes." ("Ipsam sequens non devias; ipsam rogans non desperas; ipsam cogitans non erras; ipsa tenente, non corruis; ipsa protegente, non metuis; ipsa duce, non fatigaris; ipsa propitia, pervenis (San Bernardo, Inter flores, cap. 135), y en otra parte: Detinet Filium ne percutiat; detinet diabolum ne noceat; detinet virtutes ne fugiant; detinet merita ne pereant; detinet gratiam, ne effluat.") Estas son palabras de San Bernardo, que en sustancia expresan todo lo que acabo de decir. Aunque no hubiera otro motivo para excitarme a esta devoción, sino el ser medio seguro para conservar y aumentar en mí la gracia de Dios, debía yo abrasarme de entusiasmo por ella.

41) Esta devoción torna el alma verdaderamente libre, con la libertad de los hijos de Dios. Ya que por amor a María se reduce uno a la esclavitud, esta querida Señora le ensancha y dilata en recompensa el corazón, y le hace marchar a pasos de gigante por el camino de los mandamientos de Dios. Ahuyenta el disgusto, la tristeza y el escrúpulo. Esta fue la devoción que el Señor enseñó a la madre Inés de Jesús, como medio seguro para salir de grandes penas y perplejidades en que se hallaba "Hazte esclava de mi Madre", le dijo. Lo hizo así, y al momento sus penas cesaron.

1 comentario:

MDR dijo...

Me gustan mucho estas reflexiones.
No sabes como me gustan.
Gracias!!