EL SECRETO DE MARÍA (IX)
“…En todas partes es el Pan de los fuertes y de los ángeles, pero en María es el Pan de los niños”, nos decía San Luis María y ciertamente sin el sostén de María el camino es más estrecho y estamos más expuestos a caer y a no levantarnos.
Si tu ojo te es ocasión de pecado, arráncatelo. Si tu mano te es ocasión de pecado, ampútatela. Este el lenguaje duro para el camino de los fuertes. Pero en María, si tu ojo peca, mira con Ella; y si tu mano peca, obra con María y obtendrás una mirada limpia y un obrar sin doblez.
Sigamos escuchando a San Luis María Grignion de Montfort en su encendida defensa de María:
21) Nadie, pues, se imagine, como algunos falsos iluminados, que María, por ser criatura, es impedimento para la unión con el Creador. No es ya María quien vive, es sólo Jesucristo, es sólo Dios quien vive en Ella. La transformación de María en Dios excede a la de San Pablo y otros santos más que el cielo se levanta sobre la tierra. Sólo para Dios nació María, y tan lejos está de ¡retener! consigo a las almas que, por el contrario, hace que remonten hasta Dios su vuelo, y tanto más perfectamente las une con Él, cuanto con Ella están más unidas.
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