EL SECRETO DE MARÍA (VI)
“Quien quiera, pues, ser miembro de Jesucristo, lleno de gracia y de verdad, debe formarse en María, mediante la gracia de Jesucristo, que en Ella plenamente reside, para de lleno comunicarse a los verdaderos miembros de Jesucristo, que son verdaderos hijos de María”, declaraba ayer el santo que nos guía en este mes de agosto.
Es designio divino que adquiramos la filiación divina gestados en las entrañas de María y de su Iglesia. Por eso, no es digna de crédito la fe de tantos coetáneos nuestros que afirman creer en Jesús pero no en su Iglesia, en los curas, dicen. Estos anhelan el ideal pero desprecian la realidad. Una fe así se tambalea ante cualquier contrariedad de la vida, pues es una fe sin cuerpo incapaz de creer en el Jesucristo real, muerto y resucitado; incapaz, por tanto, de morir y resucitar con Él.
Dejemos que San Luis María Grignion de Montfort siga desvelándonos los secretos clamorosos que no conocen los soberbios:
13) El Espíritu Santo, que se desposó con María, y en Ella, por Ella y de Ella, produjo su obra maestra, el Verbo encarnado Jesucristo, continúa produciendo todos los días en Ella y por Ella a los predestinados, por verdadero aunque misterioso modo.
14) María ha recibido de Dios particular dominio sobre las almas, para alimentarlas y hacerlas crecer en Él. Aun llega a decir San Agustín que en este mundo los predestinados todos están encerrados en el seno de María, y que no salen a la luz hasta que esta buena Madre les conduce a la vida eterna. Por consiguiente, así como el niño saca todo su alimento de la madre, que se lo da proporcionado a su debilidad, así los predestinados sacan todo su alimento espiritual y toda su fuerza de María.
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