Tres actitudes para la vida cristiana. Firmeza en la fe
Fortaleza en el testimonio
María permanece firme junto a la cruz de Jesús, en pie, con una dignidad y fortaleza extraordinarias, en un momento de inmenso dolor. La fe de María, que a lo largo de toda su existencia se fue robusteciendo, la hace permanecer firme hasta el final. En el momento presente, tanto a nivel personal como comunitario y diocesano, es preciso que tengamos una fe adulta, que como María vivamos una espiritualidad que integre la fe y la vida y que tengamos fortaleza y decisión a la hora de dar testimonio de nuestra fe en Cristo.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles se describe que Pedro, Juan y los demás apóstoles predicaban la Palabra de Dios con valentía (4, 31). Y más tarde se afirmará lo mismo de Pablo. Después de su conversión, llega a Jerusalén, y junto a los demás apóstoles predica valientemente en el nombre del Señor (Cf. Hechos 9, 26-28).
La palabra griega utilizada en estos textos es «parresía», que se traduce como predicar con valentía». El significado de esta palabra se refiere sobre todo a la libertad en el hablar, con valentía y sin ambigüedades. Ésta es una característica esencial en la misión evangelizadora que nos ayuda a comprender la misión de la Iglesia y de cada cristiano: hablar con coraje, con libertad y sin temor. Este concepto —y esta actitud— tiene una particular importancia en la actualidad. La persona que tiene «parresía» es audaz en su relación con los demás y en medio de su ambiente; se expresa con valor y libertad de espíritu; se entrega generosamente al servicio de la verdad y el bien, sin buscar ni el propio interés ni el prestigio personal.
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