30. La caridad de María para con nosotros, según nos lo afirma San Bernardo, no puede ser ni mayor ni más poderosa de lo que es; por lo cual siempre generosamente se compadece de nosotros con su cariño y nos socorre con su poder. Siendo, por tanto, purísima Reina mía, rica en poder y rica en misericordia, podéis y deseáis salvarnos a todos. Os diré, pues, hoy y siempre, con el devoto Blosio: ¡Oh María Santísima!, en esta gran batalla que con el infierno tengo empeñada, ayudadme siempre; y cuando veáis que me hallo vacilante y próximo a caer, tendedme entonces, ¡oh Señora mía!, aún más presto vuestra mano y sostenedme con más fuerza. ¡Oh Dios! ¡cuántas tentaciones tendré que vencer hasta la hora de la muerte! María, esperanza, refugio y fortaleza mía, no permitáis que pierda la gracia de Dios, pues propongo acudir siempre y prontamente a Vos en todas las tentaciones diciendo:
Jaculatoria:
Ayudadme, María; María, ayudadme.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario