23. Amabilísima Virgen, San Buenaventura os llama “Madre de los huérfanos”, y San Efrén “Refugio de los huérfanos”. ¡Ah! estos pobres huérfanos son los desventurados pecadores que han perdido a su Dios. Por tanto, a Vos recurro, Virgen Santísima, vedme aquí: perdí al Señor mi Padre; mas Vos, que sois mi Madre, haréis que vuelva a hallarle. En esta inmensa desgracia os llamo en mi ayuda. ¿Quedaré sin consuelo? ¡Oh! no; que Inocencio III me dice de Vos: “¿Quién la invocó, y no fue por ella atendido?”. Y ¿quién ha orado ante Vos sin que le hayáis escuchado y favorecido? ¿Quién se ha perdido acudiendo a Vos? Solo se pierde el que a Vos no recurre. Así, pues, Señora mía, si me queréis salvar, haced que siempre os invoque y que en Vos confíe.
Jaculatoria:
¡María Santísima, Madre mía, haced que confíe en Vos!
Por San Alfonso en su obra “Visitas al Santísimo Sacramento y a María Santísima”
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