20. ¡Oh! ¡qué grata esperanza me infunde San Bernardo cuando recurro a Vos, Reina mía dulcísima, piadosísima y amabilísima. Díceme que no os paráis en examinar los méritos de los que recurren a vuestra misericordia, sino que os ofrecéis a auxiliar a cuantos os invocan. De suerte que si os pido gracias, Vos me escucháis benigna. Ved, pues, lo que os pido: soy un pobre pecador que merezco mil infiernos; pero quiero mudar de vida, quiero amar a mi Dios, a quien tanto he ofendido. A Vos me ofrezco por esclavo; a Vos me entrego, mísero como soy. Salvad, os diré, a quien es vuestro y ya no suyo. Señora mía, ¿me habéis oído? ¡Oh!, sí, espero que me habréis atendido favorablemente.
Jaculatoria:
¡Oh María, vuestro soy; salvadme!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario