A María le encomendamos las necesidades de la Iglesia y del mundo entero, especialmente en este momento lleno de sombras. Invocando también la intercesión de san José, a quien mañana recordaremos de modo particular con el pensamiento proyectado al mundo del trabajo, nos dirigimos a ella con la oración del Regina caeli, plegaria que nos hace gustar la alegría confortadora de la presencia de Cristo resucitado.
BENEDICTO XVI
"REGINA CAELI"
Plaza de San Pedro
III Domingo de Pascua 30 de abril de 2006
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