La página del evangelio que se ha proclamado nos ayuda a comprender otro aspecto de su personalidad humana y religiosa. Podríamos decir que él, Sucesor de Pedro, imitó de modo singular, entre los Apóstoles, a Juan, el "discípulo amado", que permaneció junto a la cruz al lado de María en la hora del abandono y de la muerte del Redentor. Viéndolos allí cerca —narra el evangelista— Jesús encomendó a Juan a María y viceversa: "Mujer, he ahí a tu hijo. (...) He ahí a tu madre" (Jn 19, 26-27).
Juan Pablo II hizo suyas estas palabras pronunciadas por el Señor poco antes de morir. Como el apóstol evangelista, también él quiso recibir a María en su casa: "et ex illa hora accepit eam discipulus in sua" (Jn 19, 27). La expresión "accepit eam in sua" es singularmente densa: indica la decisión de Juan de hacer a María partícipe de su propia vida hasta el punto de experimentar que, quien abre el corazón a María, en realidad es acogido por ella y llega a ser suyo. El lema elegido por el Papa Juan Pablo II para el escudo de su pontificado, Totus tuus, resume muy bien esta experiencia espiritual y mística, en una vida orientada completamente a Cristo por medio de María: "ad Iesum per Mariam"HOMILÍA DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
DURANTE LA SOLEMNE CONCELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
EN EL PRIMER ANIVERSARIO DE LA MUERTE
DEL PAPA JUAN PABLO II
Lunes 3 de abril de 2006
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