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sábado, 28 de febrero de 2009

LAS CINCO PIEDRAS DE LA CUARESMA (4)




4. LA CONFESION "Hijos si no os confiesais mensualmente, será muy difícil para vosotros convertiros". La confesión, pero la verdadera confesión, no como el 80% de los casos en que me acerco al sacerdote y digo esto, esto y eso y me "limpio", me quito la ropa sucia, la pongo en la lavadora, aprieto el botón y listo. Eso no es confesarse. La confesión necesita el arrepentimiento, por ejemplo: he faltado a misa el domingo, pero esto no es pecado, el pecado es que no amas a Dios y hasta llegas a no tener ninguna clase de arrepentimiento por no haber ido a Misa, no hay arrepentimiento porque no hay amor, entonces, tampoco hay confesión. Esto es claro en Semana Santa, cuando todos quieren confesarse porque es el deber mensual; gente que "dice" sus pecados y al terminar la semana empiezan nuevamente su vida de pecado. Es posible que nosotros también nos parezcamos a estas personas.


La confesión es ir con arrepentimiento: perdón Señor, como dice la Palabra de Dios: "te he matado, te he crucificado en mi debilidad, en mi pecado, en mi tibieza. Hay que llorar los pecados, pero si no hay vida de oración con el corazón, no hay verdadera confesión. El Espíritu Santo es el motor de todo, la oración con el corazón es una comunicación con Dios, "durante la oración, Dios los llena, los transforma", dice la Virgen. Si no hay oración con el corazón no hay verdadera confesión con arrepentimiento porque nos falta el Espíritu Santo.


En primer lugar, no vemos nuestros pecados, muy a menudo confesamos culpabilidades o tonterías, porque hay que decir algo; pero el verdadero pecado escondido, egoísmos, rencores, apegos materiales los olvidamos. Dice el salmo "Señor, líbrame de mi pecado escondido", especialmente de ese pecado que yo no veo, porque yo no lo quiero ver, y no lo veo porque he puesto tantas defensas y justificaciones bajo una apariencia de piedad, que impiden que la luz del Espíritu Santo llegue hasta mí. Hay que volvernos a reeducar en la confesión con el corazón, con un verdadero arrepentimiento. Son nuestros pecados que clavaron a Cristo sobre la Cruz, no es un chiste, como dijo Jesús a Santa Catalina: ¡No es para reír que he muerto sobre la cruz para ti!

La confesión es para descubrir mis pecados y corregirme, no solamente confesarme por confesarme, tener un mes o quince días para volver a pecar y seguir en lo mismo al fin que de todas maneras me confesaré al siguiente mes.


Fuente: http://www.medjugorje.es/cincopiedras.php

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