Isabel no sabía que venía María.
Isabel estaba haciendo punto. Ya, a su edad, no veía muy bien de cerca, y no le salía la labor muy bien que digamos. Dentro de tres meses. ¡Dios mío! Y todavía tanta ropa y tantas cosas por preparar.
Y Zacarías mudo y con más necesidad de ella que antes.
Y ella..., ella a su edad..., no podía ponerse a pensar en ello, porque era un consuelo... y... y...
Isabel otra vez llorando.
De consuelo y de satisfacción y de nervios.
Llaman a la puerta;
- ¡Isabel!, ¡Isabel!
Esa Voz..., ella conoce esa voz...
- ¡Dios te guarde, Isabel!
- ¡¡María!! ¡La Madre de mi Señor!
María se da cuenta de que Isabel lo sabe. Era un peso enorme que se le quitaba de encima; ahora ya tendría con quién poder hablar de aquel secreto inmenso. Dios se lo ha dicho a Isabel; un día se lo diría también a José.
El viejo Zacarías miraba desde una esquina cómo se abrazaban las dos mujeres, llorando y riendo a la vez.
Zacarías mismo no sabía si lloraba o si reía; si estaba de pie o sentado, si andaba o estaba quieto. No sabía. Es que Zacarías sabía también muchos de aquellos misterios; sabía que aquella Muchacha había traído al Altísimo a su casa.
María, desde entonces se encargó de todos los quehaceres más trabajosos en casa de Isabel.
Tomado del libro: "María, el Carpintero y el Niño", de P. Pedro María Iraolagoitia, S.J., Ediciones Mensajero
http://www.mensajero.com/catalogo.php?q=Iraolagoitia&x=0&y=0
Recomendamos su compra y su lectura completa, pues lo que ofrecemos en este blog son extractos del mismo.
1 comentario:
Te deseo que el niño Dios nazca esta navidad en tu corazon y el de tu familia.
Que el Señor os colme de bendiciones.
Un abrazo.
La paz
Ani.
Feliz Navidad
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