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jueves, 27 de noviembre de 2008

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA



Reseña histórica


Catalina Labouré, joven novicia de las hermanas de la Caridad deseaba fervientemente ver a María. El 27 de Noviembre de 1830 la Virgen Inmaculada se apareció a Catalina en la casa madre de rue du Bac, en París.

La identidad de María había sido tema de controversias entre teólogos hasta la fecha- no se olvide que el dogma de la Inmaculada Concepción se proclama en 1854 – y las apariciones a Catalina van a ayudar a delimitar esa imagen de María que el sensus fidelium ya desde antiguo venía proclamando: la de Virgen Inmaculada, Protectora de la Iglesia, Unida a Jesús en el Dolor Redentor.

En la aparición de 27 de Noviembre de 1830 María se presenta ante Catalina tal como aparece en la medalla y le manifiesta dos encargos: fundar una Cofradía de Hijas de María y que se acuñe la medalla que conocemos hoy como Medalla Milagrosa. Su confesor, el padre Aladel, en un principio se niega a darle permiso.

Catalina servirá a los pobres en París a lo largo de cuarenta y seis años, pero antes, a raíz de la epidemia de cólera de 1832 el padre Aladel asiente a que se acuñen 2000 medallas, que ayudan eficazmente a los enfermos. Pronto la medalla es objeto de profunda devoción y a la muerte de Sor Catalina ya hay mil millones de medallas repartidas por todo el mundo, objeto de devoción profunda en quienes la llevan.



Valor mariológico

El simbolismo de la medalla milagrosa es de rico contenido: Se dice que es una medalla milagrosa por cuanto se le atribuyen favores y gracias que la Virgen concede a cuantos la llevan e invocan con fe, como sucedió en el caso de la epidemia de cólera en París. Es necesario despojar de eventuales elementos mágicos esta creencia: es por supuesto la fe del devoto y el auxilio de María lo que, en su caso, harán que pueda tener lugar un hecho fuera de lo normal o una gracia especial, nunca un objeto podría ser capaz de hacerlo por sí mismo, por más que represente a María.

Es también una medalla luminosa: la imagen de María con las manos abiertas proyectando haces de luz que caen sobre el mundo es símbolo de sus gracias, favores e intercesión por nosotros, sus hijos. A su vez María aparece como inmaculada, combatiente del mal y las fuerzas de las tinieblas. En el envés de la medalla observamos las doce estrellas, símbolo de los doce apóstoles.

Por último es también una medalla dolorosa: si observamos el envés de la medalla de nuevo, la M de María aparece enlazada con la cruz de Cristo y ambos corazones, el de María y el de Jesús aparecen juntos, el de Cristo rodeado de espinas, el de María atravesado por una espada: ello nos habla de la profunda unión de María con su Hijo Jesús, de su colaboración en la obra redentora del Señor y de su participación en la dolorosa pasión.


Mensaje para nuestras vidas

La Medalla Milagrosa puede servirnos de ocasión para la meditación y la oración. Ciertamente así es, pues también nosotros, como seguidores de Jesús, podemos vernos integrados en esas doce estrellas que simbolizan a los apóstoles y que por ello también remiten a la Iglesia, y por tanto a cada uno de nosotros. Podemos igualmente sentirnos, como María, luz en las tinieblas (Lc 11,33-36) y colaboradores en la instauración del Reino de Dios, aunque ello sin duda pueda ocasionarnos dolor y tribulación en algunos momentos.(Lc 14,26-28; Mt 10,34-36) Cada uno verá, en su propio contexto vital, cómo deberá hacerlo, cómo cumplirá- como María- la voluntad de Dios sobre su vida.


Para saber más:
Teclear: www.hijascaridad.org o


www.chapellenotredamedelamedaillemiraculeuse.com




Texto preparado por Rosario Cartaya (equipo de redacción de Miriam)


FUENTE: http://www.revistamiriam.com/index.php?option=com_content&task=view&id=95&Itemid=63

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