Proposición 24
Palabra de Dios y vida consagrada
La vida consagrada nace de la escucha de la Palabra de Dios y acoge el Evangelio como su norma de vida. En la escuela de la Palabra, resdecubre continuamente su identidad y se convierte en "evangelica testificatio" para la Iglesia y para el mundo.
Llamada a ser "exégesis" viviente de la Palabra de Dios (cf. Benedicto XVI, 2 de febrero de 2008), es ella misma una palabra con la cual Dios sigue hablando a la Iglesia y al mundo.
El Sínodo agradece a las personas consagradas su testimonio del Evangelio y su disponibilidad a proclamarlo en las fronteras geográficas y culturales de la misión mediante sus servicios carismáticos.
Les exhorta al mismo tiempo a cuidar los espacios personales y comunitarios de escucha de la Palabra de Dios y a promover escuelas de oración bíblica abiertas a los laicos, sobre todo a los jóvenes.
Sepan escuchar la Palabra de Dios con corazón de pobres y expresen su respuesta en el compromiso por la justicia, la paz y la integridad de la creación.
El Sínodo evidencia la importancia de la vida contemplativa y su valiosa aportación a la tradición de la Lectio Divina. Las comunidades monásticas son escuelas de espiritualidad y dan fuerza a la vida de las Iglesias particulares. "El monasterio, como oasis espiritual, señala al mundo de hoy lo que es más importante, en definitiva la única cosa decisiva: existe una razón última por la que vale la pena vivir, es decir, Dios y su Amor inescrutable" (Benedicto XVI, Ángelus, 18 de noviembre de 2007).
En la vida contemplativa, la Palabra es acogida, orada y celebrada. Se debe vigilar, por tanto, para que estas comunidades reciban la formación bíblica y teológica adecuada a su vida y misión.
Traducido del italiano por Nieves San Martín
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