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sábado, 11 de octubre de 2008

Sínodo News (4)



Han dicho en el Sínodo:



S. Em. R. Mons. Luis Antonio G. TAGLE, Obispo de Imus (FILIPINAS)
El Sínodo trata justamente de la disponibilidad a la escucha. En las Escrituras, cuando las personas escuchan la Palabra de Dios, hacen experiencia de vida verdadera. Si la rechazan, la vida termina siendo una tragedia. La escucha es una cosa seria. La Iglesia debe formar oyentes de la Palabra. Pero la escucha no se transmite solamente con la enseñanza sino y, sobre todo, con un ambiente en el cual existe la escucha. Propongo tres maneras de proceder para profundizar el tema de la disposición a la escucha.

1. Nuestra preocupación es la escucha en la fe. La fe es un don del Espíritu, y al mismo tiempo un ejercicio de libertad humana. Escuchar en la fe significa abrir el propio corazón a la Palabra de Dios, hacer de manera tal que Ella nos penetre y nos transforme, y practicarla. Es lo equivalente a la obediencia en la fe. Formación a la escucha significa formación a la fe integral. Los programas de formación deben ser concebidos como formación a la escucha de lo sagrado.
2. Los eventos de este mundo muestran los trágicos efectos de la falta de escucha: conflictos en la familias, distanciamiento entre generaciones y entre naciones, y violencia. Las personas son atrapadas en un mundo de monólogos, indiferencia, ruido, intolerancia y egocentrismo.
La Iglesia puede favorecer un ambiente de diálogo, respeto, reciprocidad y auto trascendencia.
3. Dios habla y la Iglesia, su sierva, da su propia voz a la Palabra. Pero Dios no se limita a hablar. Dios también escucha, sobre todo a los justos, a las viudas, a los huérfanos, a los que son perseguidos y a los pobres que no tienen voz. La iglesia debe aprender a escuchar del mismo modo como Dios escucha, y ofrecer la propia voz a quien no tiene voz.



ARZOBISPO CHARLES MAUNG BO, S.D.B., DE YANGON (MYANMAR).

“El mandato evangélico de “dar de comer al hambriento y vestir al desnudo” se ha impuesto con fuerza tras el reciente paso del terrible ciclón Nargis. Casi 150.000 personas fallecieron y dos millones se convirtieron en prófugos en su país. (…) Con la ayuda del Señor hemos reanudado la vida en muchas comunidades. Las Iglesias se han convertido en campos de prófugos. En estos campos hemos celebrado una liturgia única: la de anunciar la Palabra por medio de nuestro acompañamiento y de compartir el pan por medio de la asistencia. El mundo se ha convertido en nuestro altar y hemos partido el pan de la fraternidad humana con las multitudes desorientadas. El Evangelio predicado ha sido el alimento dado a los hambrientos, que ha producido la vida y la luz que hemos dado en los cinco últimos meses”.



OBISPO MIGUEL ANGEL SEBASTIÁN MARTÍNEZ, M.C.C.I., DE LAI (CHAD).

“Os hablo en nombre de la Conferencia Episcopal de Chad. Este país del centro de África ha sido evangelizado hace unos pocos años. (…) Los cristianos se reúnen el domingo, pero muchos de ellos solamente para la celebración de la Palabra, porque no tenemos suficientes sacerdotes. En nuestro país vivimos situaciones sociales y políticas muy conflictivas, sobre todo debido a una guerra interminable desde hace más de cuarenta años. Estamos convencidos de que la Palabra de Dios es una palabra de paz, una palabra que anuncia la paz y que invoca la paz, que llama al perdón, a la reconciliación y a la justicia. La escucha y la oración de la Palabra de Dios son esenciales en la vida y en la misión de nuestra Iglesia. Esto es un desafío para nosotros. La Palabra de Dios nos ilumina y nos alienta a comprometernos en la promoción del hombre y de la mujer en Chad”.


Fuente: Servicio Informativo Vaticano

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