Una inmensa muchedumbre de testigos está invisiblemente presente a nuestro lado, cerca de esta bendita gruta y ante esta iglesia querida por la Virgen María; la multitud de todos los que han contemplado, venerado, adorado, la presencia real de Quien se nos entregó hasta la última gota de su sangre; la muchedumbre de todos los que pasaron horas adorándolo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Esta tarde, no los vemos, pero los oímos aquí, diciéndonos a cada uno de nosotros: "Ven, déjate llamar por el Maestro. Él está aquí y te llama (cf. Jn 11,28). Él quiere tomar tu vida y unirla a la suya. Déjate atraer por Él. No mires ya tus heridas, mira las suyas. No mires lo que te separa aún de Él y de los demás; mira la distancia infinita que ha abolido tomando tu carne, subiendo a la Cruz que le prepararon los hombres y dejándose llevar a la muerte para mostrar su amor. En estas heridas, te toma; en estas heridas, te esconde. No rechaces su amor".
Benedicto XVI, LOURDES, domingo, 14 septiembre 2008. Homilía que pronunció Benedicto XVI al concluir la procesión eucarística en la Pradera de Lourdes.
Traducción del original del frances realizada por Zenit.
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