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miércoles, 18 de marzo de 2009

El Papa en Africa. Del 17 al 23 de marzo, visita de Benedicto XVI a Angola y Camerún.(2)



Africa, el futuro de Iglesia hecho presente por la sangre de sus mártires


JEAN-BAPTISTE y BERNARDETTE: matrimonio responsable. Los primeros asesinados en Nyanza. Su casa echada por los suelos. Los soldados y los milicianos se ensañaron con ellos que, como responsables de la ª Comunidad, personificaban en Nyanza el Camino Neocatecumenal.
El 22 o 23 de Abril, a Jean-Baptiste y Bernardette les hicieron salir de casa y les molieron a palos. Mientras le golpeaban, Jean-Baptiste gritaba: «¿por qué me hacéis esto?, ¿qué mal he hecho?». Recuerda la Pasión. Bernardette en cambio callaba, y a cada golpe hacía correr una cuenta del rosario. En un momento de pausa Jean-Baptiste intentó escapar al bosque vecino, pero los tiros le cortaron el paso. Lo cogieron y lo apalearon de nuevo; a continuación se le hizo bajar con Bernardette al matadero y allí acabaron con ellos a golpes de machete y se les echó en la enorme fosa común excavada al lado.

Hago notar que al matadero fueron conducidos también muchos otros hermanos de Nyanza. En sintonía con Isaías 53. Subrayo el ensañamiento contra los hermanos de las comunidades acusados de reunirse de noche (¡las celebraciones!) para tramar contra el régimen a favor de los rebeldes del Frente Patriótico. Era naturalmente un pretexto; uno de los hermanos, Augustin Nyamurinda, intentó en vano deshacer ante el comandante de la gendarmería y el vice-prefecto de Nyanza.

Un joven hermano, Innocent Habyarimana, superviviente de las masacres junto a su mujer Eugénie y su niña, nos contaba que durante su fuga había oído a los milicianos, también ellos fugitivos de Nyanza, contar admirados el modo en el que los hermanos de las comunidades habían muerto. A los milicianos les había chocado la dignidad y serenidad con que los hermanos afrontaban la muerte: de manera totalmente distinta a los demás. Los hermanos, de hecho, se entregaban sin resistencia, sin desesperarse, sin insultar y sin odiar. Y esta actitud, que ciertamente no significaba la ausencia de miedo, era propia también de los hijos pequeños de los hermanos: los niños, en efecto, a pequeños pasos, la cabeza baja, la manos cerradas, los brazos cruzados sobre el pecho, afrontaban la muerte atroz junto a los padres. A éstos los milicianos, burlándose de ellos, les gritaban: «Os han enseñado bien en vuestras reuniones nocturnas la disciplina (militar) para afrontar la muerte».

Volviendo a Jean Baptiste y Bernardette, de sus 15 hijos, algunos de ellos adoptados, los más pequeños se salvaron porque estuvieron escondidos en un primer momento en casa de un matrimonio de hermanos Twa (pigmeos), Anastasia y Joseph, y luego en el orfanato de los Padres Rogacionistas bajo nombre falso. Los hijos mayores fueron asesinados casi todos. Una hija, Rosina, de 16 años, de la 2ª Comunidad, fue golpeada por dos veces, un proyectil le atravesó el hombro, creyeron que estaba muerta y fue arrojada a la fosa, y salió de ella rodeando durante largas horas, en la noche, la ciudad, entre indecibles sufrimientos y miedos, escondiéndose luego junto a algunos conocidos y finalmente en el orfanato de los Rogacionistas.



http://www.aceasesores.es/sagradafamilia/sruanda.htm

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